lunes, 16 de julio de 2007

¿Y si te vas de viaje? ¿Seguirás conmigo?

¿Sabían ustedes que las dos momentos temporales en que las parejas más rompen y se unen, dicen relaciones con dos estaciones del año: Invierno y Verano? La primera tiene que ver según yo, con el frío y la necesidad de energía que requiere la pareja. Pues si bien, es genial, estar acostados los dos, bajo las frasadas de la cama y ver una película. Lo critico, es que los recursos vitales de cada uno tienden a responder a las propio funcionamiento, más que a las exigencias de tu pareja. Por otro lado, bajo el contexto de estar solo, la estación invernal gatilla por el contexto, cierta búsqueda de oportunidades para olvidar la melancolía de los grises días. No es difícil encontrar a alguien que esté en la misma posición que uno, ya sea soltera o no, pero este no es mi tema.


La estación veraniega presenta un contexto radicalmente diferente, la coordinación para verse durante las vacaciones, la sensualidad que estalla por todas partes, es un contexto complejo. Si bien, creo que hace rato, el ser humano dejo de depender de su naturaleza animal, el Verano logra que se active el chip de búsqueda de pareja. Por lo que raro no es, que las parejas se unan o rompan en esta estación del año.


El tema de esta entrada, son los viajes. Por lo tanto, me abocaré a la extraña tarea, dentro uno de mis desvaríos, a explicitar algunos procesos que ocurren en los viajes. Dicen por ahí que un viaje es la mejor psicoterapia, por que te aleja del contexto natural de los problemas y te da un poco de lo que se llama perspectiva. Es una llave a la conciencia alterna, mientras más extremo, más te pone a prueba, ve tu poder decisión y voluntad y a fin de cuentas, con escasas seguridades, abre un mundo de posibilidades. Mientras no sea una odisea, como la de Ulises, resulta hasta práctico respirar otro aire y probarte que realmente las cosas las puedes hacer diferentes. Hay dos salvedades esenciales: que tu seas Odiseo o su símil para nuestra mitología posmoderna y un dios te tenga para su diversión personal o en verdad, tus problemas sean realmente causados por tu forma de vivir (bastante probable en algunos casos). De todas maneras, las perspectiva, te abre posibilidades de conciencia inusitadas.


Algunos más dado a este tipo de experiencias, pensarán: "Cómo se puede reconstruir una vida después de haber visto cambiar ante tus ojos. Cómo no perpetuar en la memoria y en la propia vida cotidiana, todos los aprendizajes realizados". Es difícil luego de dejarte permear por el lugar distante al que viajas y de construir tu historia, volverte a armar sin saber que debes cambiar lo que no has dejado resuelto. De aquí armaré una distinción esencial: el viaje real y el simbólico. El viaje real, es que tomas tus cosas y te vas a cualquier parte que te aleje de tu contexto habitual. El segundo trata de lo que Jung describió como el Nekia, este es un viaje a uno mismo. Se que suena raro, pero comenzar a escucharse, a sentirse, luego lentamente, a descender por tu existencia hasta poder saber desde las profundidades de tu ser, tu propia y única verdad.


Bueno, como una gran amiga dijo, que mis artículos son como capítulos de los simpson, haré un link entre los viajes y la finalización de las relaciones de pareja, era que no. Supone mi cuestionamiento, la posibilidad cierta de que la persona, en el aire limpio del viaje haga que se reconsidere que la relación de la cual es participe. Y bueno, quizás las perspectiva te llene vitalmente de nuevos bríos o en verdad, te haga descartar la relación porque no es lo que quieres para ti. Lo importante es no mentir y darse cuenta de cuanto importa para ti, aquella otra persona con la que compartes tu vida.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Nicolás:
Al fin puedo comprender completamente un texto escrito por ti, lo que para mi es un gran logro te diré.
En fin, lo de los rompimientos y arrejuntamientos y sus respectivas estadisticas no lo manejo, pero si debo confesar que comparto plenamente lo que mensionas de los viajes, los reales y los simbólicos. De hecho pienso que para mi el motivo simbólico de los viajes es el mas fuerte, incluso frente a la posibilidad de conocer un lugar fascinante y exótico. De hecho posiblemente, no mas bien suguramente, es la razón que me mueve a viajar a caburga todos los años, la llamada introspección necesaria en la vida, por lo menos en mi caso particular.
Besitos Nico.
Te quiero...

Nicole

Anónimo dijo...

Amigo mio! Leia tu articulo y me detuve cuando lei q se trataba de parejas y relaciones. Pase al sgte parrafo, y me detuve cuando se trataba de parejas y relaciones... Y asi sucesivamente, creo q lei solo un parrafo entero xq esos temas, si fueron tocados, se me pasaron desapercibidos, jajaja!! Pero como ves, escapo de las parejas y relaciones.
Lo q si, bkn q hayas llegado de tu viaje! En algun momento, cuando no este escapando a mil x hr, me detendre a leerlo = )
salu2!

PD: y este no fue tan simpsons! Asi q bien! : )

Anónimo dijo...

¿¿¿osea que el tema de que la primavera es la estación de amor es solo un mito???

ndidier dijo...

No es que sea un mito, pero se sustenta en las tradiciones culturales de la civilización, más que en una base biológica. Si te fijas bien, si un hijo es concebido en primavera, nacerá en invierno. Y si se sabe que la cría humana es la más dependiente e indefensa del reino animal, el nacer en invierno es una muestra de que la humanidad se ha sobrepuesto a las condiciones de la naturaleza. Según los cultos antiguos, la primavera es la estación de la fertilidad y la sensualidad, es un destape y un homenaje a los dones de la tierra (recordar el culto a la diosa en los pueblos indoeuropeos). Quizás ello quedo como disposición cultural, que es lo que reinvindicamos en cada primavera.

Unknown dijo...

Me niego a postearte hasta que no me postees tu!
Huelga de post!
Fa