viernes, 29 de junio de 2007

Dogmas Uruguayos Nº2

Recordando la segunda tanda de inspiración uruguaya, fui introducido en el plano místico de la inspiración para terminar de transmitir la verdad sagrada surgida entre el consumo excesivo de tabaco y mate, a las orillas del río de la plata.

Cuenta la leyenda que hay dos grandes cortes en la vida de las mujeres, en que terminan sus relaciones de pareja: La primera es cuando después de un pololeo de cinco o seis años, que habiendo comenzado en la adolescencia, alcanza abruptamente termino en los años de universidad. El segundo ocurre después de 20 años de matrimonio. En un 95% de las veces, en que se dan estas situaciones es la mujer quien ha acabado con la relación de pareja. la pregunta central es una: ¿Por Qué?

Lo mismo me preguntaba yo, mientras el bullicio de la sala, demostraba la agitación de los corazones de los infieles, que comenzaban a aceptar la verdad que se les estaba transmitiendo. Entonces, aquel personaje venido del oriente, decretó: Lo que pasa es que la mujer que lleva 20 años casada y se separa, es que porque esperó a que los hijos crecieran para separarse del marido. Eso era sumamente razonable, por lo cual seguí asintiendo. ¿Y las mujeres que terminan a los 5 años de relación? Son de esos pololeos que comienzan en la adolescencia, cuando ellas tienen 15 o 16 años. Y terminan a los 20 - 21 años. Esto si era importante, el hecho es que ellas se enamoraban del adolescente, de aquel que iba creciendo junto con ellas. Pero llegado el momento, ellas esperarían que el demostrara su virilidad y muestre que es un hombre.
Este apartado resultó polémico, dado que se hizo bajo la siguiente declaración: "La virilidad del hombre debe ser como el miembro masculino, derecho, firme y mirando siempre hacia el frente". O sea, que lo que de un hombre enamora a una mujer es que tenga las cosas claras, un proyecto de vida fijo y la voluntad para construirlo a pesar de la adversidad. Según los comentarios de ellas: él era un pendejo. En principio hace mucho sentido, las parejas se unen porque hay algo en le otro que los atrae y por lo tanto, los hace considerarlos de algún modo atractivos y deseables. Sin embargo, cuando se empieza a hilar más fino, se encuentra que este principio se ve en entredicho al tratar de entender de porque las mujeres se enamoran de quienes les harán sufrir (es un hecho las amigas le advierten, los amigos lo miran con recelo y el perdedor, que es quien la estaba cortejando desde hace buen tiempo, todos se dan cuenta de que es un gran error, sin embargo ella decide que él es el hombre de su vida [al menos de modo transitorio]). Esta incomprensión nos lanza a la duda radical, porque es completamente ilógico que ocurra y sin embargo sucede en frente de nuestras narices.
Hay que reconocerlo, sea hombre o mujer, cuando se ha perdido en una situación así, la pregunta fundamental es una: ¿qué rayos hice mal? No creo que tenga respuesta, tal vez nos remitamos a un demasiado bueno(a) para lo que aquella otra persona estaba buscando. De todas maneras, el sabor amargo de la derrota es algo que no sale demasiado rápido de nuestra experiencia, ¿o si?
PS: Posteriormente publicaré sobre las razones del estrepitoso fracaso frente a la persona equivocada.