Me encontraba en el cumpleaños de mi hermano menor, cuando por esas eventualidades de la vida me puse a conversar con dos extraños personajes: Una mujer y un Hombre. Primero hable por separado con cada uno y luego con ambos, ¿efecto de la cerveza, el tequila, el ron y el vino? Quien sabe, al final de cuentas socializar no es tan malo.
Habían dos lineas de conversación: las diferencias entre ambos sexos y el mito fundante de la relación de poderes de la masculinidad y feminidad. Y bueno, como las diferencias son tan evidentes a nuestro haber en cuanto las relaciones que sostenemos con cada uno, no trataré tal tema. Pero en consecuencia, el segundo me recordó algo que hablaba con un gran amigo hace ya unos años. ¿Se han dado cuenta que la masculinidad ya no tiene un mito que la sostenga? Cuando llegue a este punto de la conversación, supe inmediatamente cual era nuestro desolador panorama actual.
¿Cual era el mito antiguo? Bueno, recuerdo que en el psicoanálisis de los cuentos de hadas se sostenía que la finalidad de las leyendas y cuentos fantásticos que se aprendían y aprendemos, decía relación con preparar a los niños para lo que era el mundo adulto, con sus problemáticas y sinsabores. ¿Y eso qué? Bueno, hay cierto patrón que se repite en los cuentos de hadas: Hay una princesa y un príncipe, por alguna extraña razón el príncipe debe pasar una que otra prueba para salvar a Ella del peligro o situación en que se encuentra. La saga del ogro Shrek hace gala y burla de todas esas cosas. Pero vamos a lo nuestro: ¿En que estamos hoy?
Hace tiempo un amigo me decía, que el precepto típico de intentar ser un caballero era una perdida de tiempo. La cuestión estaba en el porque. Primero, qué culpa tiene el pobre dragón, para que llegue un pelotudo y lo intente matar, o sea, el dragón custodia a la princesa y por alguna extraña razón fue colocada en ese castillo con ese dragón. En el contexto simbólico, esto implica que, la princesa esta ahí, defendida de si misma por el castillo, que la separa de la neurosis. Por otra extraña razón, aquella mujer entra en el insight de que se siente sola, a salvo, pero sola. Entonces le hace un gesto a algún caballero, le dice que esta aprisionada por un malvado dragón. En otras palabras, hace algún tipo de gesto que declara un mínimo de interés en un sujeto, que tal vez la pudiera ayudar a sentirse menos sola. Y es así como comienza la masacre. El caballero piensa que debe salvarla y hace el intento, incluso llega a lograrlo, si es suficientemente hábil y valeroso, hasta que al final llega donde la dama y esta lo rechaza. Este punto no va en el cuento, pero sí en la realidad.
Supongamos que el tipo es lo suficientemente hábil para interpretar de porque la mujer con la que se ha cruzado, se ha fijado en él (lo cual es prácticamente imposible, generalmente se tiene una idea media fantástica, pero sin mucha relación con las verdaderas motivaciones de la dama). Se interesa en la oferta o en le reto, depende como quieran verlo, y hace sus esfuerzos rudimentarios para esquivar los efectos de la neurosis de ella y logra acercarse. Finalmente se encuentran, pero como ya han cumplido con el ritual previamente establecido, solo ocurre que si el juego no es entretenido de ahí en adelante, ella simplemente queda libre y se va a caminar por el descampado y el príncipe queda con cara de ¿¡qué acaba de pasar!?
Bueno, desgraciadamente aun no doy respuesta al pobre príncipe, sin embargo, lo cierto es que, nuestros mitos están cambiando y para educar a nuestros hijos (jo jo jo) debemos generar nuevos mitos. Por nuestra salud mental debemos entregarnos a que no haya un mito que nos defienda de nuestra estupidez y miedos, que hacen que al encontrar alguien que realmente valga la pena, nos ganen motivaciones de poca monta como la aprensión y el temor. ¡Honor y victoria a los trovadores posmodernos, que deben comenzar a cantar las nuevas hazañas de los seres humanos perdidos en si mismos! Por mientras el príncipe me sigue mirando atónito y a mi, como todo caballero pos moderno, que leyó y vio, como agua para chocolate, voy en busca de la dama que corre libre por el descampado.